El cambio climático, es una realidad, y ha convertido a Europa en un continente de extremos climáticos.
En 2021, Europa sufrió el verano más cálido desde que existen registros.
Los termómetros europeos estuvieron un grado por encima de la media respecto a los valores de los últimos 30 años.
En España, según datos de la Agencia Estatal de Meteorología, a mediados de agosto se alcanzó un récord absoluto de temperatura máxima en el país con temperaturas por encima de los 47 grados.
El calor extremo también disparó el riesgo de incendio y sequías en el Mediterráneo.
En 2021, entre los meses de junio y julio, en algunas zonas del Báltico y del Mediterráneo oriental la temperatura del mar estuvo hasta cinco grados por encima de la media.
El cambio climático provoca lluvias torrenciales, en julio del 2021, una tempestad extrema alcanzó países como Bélgica y Alemania. La intensidad de la lluvia dejó récords históricos en varios puntos de Europa. En la región de Westfalia, las precipitaciones fueron las más intensas registradas en más de cien años.
Los gases de efecto invernadero siguen al alza, según el informe de Copernicus, el año pasado aumentó tanto la presencia de dióxido de carbono (CO2) como de metano (CH4); los dos grandes aceleradores de la crisis climática.
Un reciente análisis sobre los pactos climáticos presentados hasta la fecha concluye que todavía hay margen para evitar un calentamiento global extremo, aunque para ello habría que reforzar todas las políticas medioambientales y garantizar que las promesas a largo plazo cuentan con medidas de aplicación inmediata. “Ahora mismo vamos hacia el desastre climático, pero no podemos perder la esperanza. Aún estamos a tiempo de construir un camino más sostenible”, afirmó Antonio Guterres, secretario general de Naciones Unidas, tras la publicación de este ultimátum científico.